La rebelión de México
tenía semillas en la desigualdad entre los conquistadores españoles y los indígenas
desde la colonización. Integrante en la
historia de la injusticia social eran el latifundio y el sistema jerárquico de
clases sociales, que eran determinados por etnicidad. Los derechos que los guerreros en 1994
querían eran poder de obtener tierra y trabajarlo. El gobierno les daba y sacaba tierra de los indígenas,
diciéndoles adonde podrían vivir, mudarse, y andar. Su control sobre la cultura y cómo vivían los
pueblos indígenas tiene mucho que ver con el control que también tenían sobre
el pueblo de Juan Pérez Jolote.
Juan indica que la cultura de su
gente se ha cambiado mucho, por lo menos superficialmente, en reacción a la
influencia del gobierno. El alcoholismo
es grave entre su comunidad y en su propia vida, y la venta es rígidamente
vigilado por los en favor del gobierno.
No tienen derechos a comprarlo dónde quieren, sino que les obligan
comprar en un solo lugar o sufrir de la violencia. La desigualdad también es vista por la “compaña”
del gobierno de México a enseñarles a los tzotziles a hablar español. Después
de que termine el programa, aunque la gente todavía no ha aprendido a hablar
español, los maestros enviados se van y el gobierno ya no se esfuerza más en la
enseñanza de los tzotziles. Los derechos
y el tratamiento desigual son resultados de una falta de preocupación por parte
del gobierno en relación a la gente indígena.
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